La Clínica Musicoterapéutica con Niños

Autor: Mta. Alejandra Giacobone

Considerando a la Musicoterapia como una práctica científica cuyo campo de saber involucra los modos expresivos que conforman los vínculos humanos, desarrollamos un abordaje que partir de los lenguajes sonoros y corporales, promueve cambios profundos en la interioridad. Esos cambios se manifiestan y resuenan en los modos de relacionamiento social.

Un dispositivo pensado como una oportunidad para el niño que presenta un padecimiento. Niño en una red fallida. En un contexto determinado.

Oportunidad de una lectura de las producciones cuya materia sonora nos convoca a descifrar un decir, conocer un poco más, entender un poco más, ensayar una posibilidad de alivio que el paciente solo no puede realizar.

El proceso terapéutico en musicoterapia es tal en la medida que nos encuentra allí dentro, formando parte de un intercambio que nos involucra para escuchar.

La clínica musicoterapeutica como proceso vinculante, cuyos acontecimientos interrogan a los protagonistas. Interrogación que deviene acto terapéutico en tanto construcción de sentido de un discurso cuya materia deviene forma en el escuchar.

Hablar de la Clínica Musicoterapeutica con niños, nos lleva a plantear cuestiones en referencia a la clínica y a los niños.

En cuanto a la clínica:

. Una formación particular del profesional que se desempeña clínicamente.
. La especificidad de un abordaje posible del padecimiento.

En cuanto a los niños:

. Un posicionamiento conceptual para concebir el desarrollo humano. Concepción de Sujeto.
. Los Niños como Sujetos de Atención. El lugar y la convocatoria del tratamiento

Abreviadamente podríamos plantear que, desde el origen de la vida, la experiencia relacional define y delinea la constitución humana. Nuestra humanidad está determinada por el intercambio humano. Desde el inicio, los intercambios vinculantes conformarán las modalidades con las que nos expresamos y el contenido de esas expresiones en un proceso de complejidad creciente. En este proceso contextuado familiar, social, culturalmente, el ser humano transcurre armándose singularmente.

Sensaciones, percepciones, emociones, sentimientos, se van registrando en sucesivas vivencias, y se tramitan en la selectividad que da lugar a la experiencia constituyente.

La materia sonoro-corporal de esos intercambios fundantes, se repite, o se re-edita y se actualiza en la expresividad objeto de la escucha musicoterapeutica.

Los niños expresan un decir que intentamos oír, escuchar, entender y comprender.

Y así vamos comenzando a hablar de la clínica musicoterapeutica.

El Musicoterapeuta se forma para esto. La escucha trabajada, capacitada, es la herramienta que le permite operar en el campo expresivo jugado en la clínica. Atento a lo que suena y en términos de proceso, se promueve una configuración.

Inicialmente nos aproximamos a un misterio, buscamos alojar al niño y ofertamos una posibilidad, una invitación a transitar un camino direccionado desde las producciones emergentes en la clínica.

Niño presente en la aceptación y escucha de su singularidad.

Las producciones discurren con encuentros y desencuentros que conducen a algún lugar. En ese trazado, el niño se va conociendo y re conociendo. Mutuos reconocimientos en la escena.

Espacio y tiempo dan lugar al emerger de la producción expresiva, donde cada objeto sonoro es una unidad sonante en relación a otras, las que preceden, las que vendrán.

(Unidades sonantes que podemos considerar en asociaciones con otras en términos de apariciones, diferencias, relaciones e interdependencias)

Escenas sonoras cuyos componentes se expresan en registros, velocidades, ritmos, timbres, cortes, fluidez. Narraciones que transitan por momentos de tensión y distensión, cercanía y lejanía, superposiciones y simultaneidades. Formas compuestas de relaciones entre materiales y modos.

Atender y percibir como se conforma el discurso con esos materiales y esos modos será parte de la tarea de desciframiento.

Identificación de los elementos componentes, su morfología, su dinámica (movimiento), sus cualidades, los modos de ejecución (hechura), la localización de ordenadores, las conexiones funcionales, las interdependencias. (Equivalencias. Equilibrios.)

Un universo de relaciones que dan cuenta de ese ser en ese interactuar.

Es importante aquí agregar algo al respecto del concepto de configuración: no es la estructura de cada componente en particular, sino las relaciones entre cada uno de los componentes de una entidad; es el contexto de las funciones que los componentes tienen unos para con otros en el conjunto. Una configuración es un proceso de organización.

(Un todo cuya propiedad puede no tener que ver con las de sus componentes individuales.)

La producción expresiva a la que prestamos particular atención, presentará cualidades perceptibles en tanto pausas, acentuaciones, entonaciones, puntuaciones, densidades, distancias, silencios. Diferencias sutiles y sustanciales. Similitudes y correlatos.

Viñeta: Fragmento de un registro escrito sobre un recorrido clínico.

(Notas extractadas cronológicamente)

Secuencia

“Una impulsión de considerable intensidad marca el comienzo abrupto. Pausa breve seguida de una iteración que progresa con disminución de la intensidad cayendo en un silencio prolongado. En gradual y progresivo aumento de intensidad toma presencia la continua repetición de un melisma (retazo de una melodía propuesta en una sesión muy anterior). Resuelve en rocking.“

(Baqueta de metal en güiro de madera).
(Melodía de Osias el Osito en M.)

La secuencia resurge en las sesiones siguientes.

Me adentro con cuidadosas participaciones que son simples acompañamientos vocales cualitativamente similares.

Voy aumentando la duración de mis participaciones, fundamentalmente durante el melisma repetitivo hasta que, registrando su aceptación a mi involucramiento en su producción, arriesgo una modificación: agrego contenido melódico al retazo.

Yo inicio la secuencia, ella la continúa. Seguimos.

Alternamos el inicio de la secuencia. Continuamos.

Me acompaña simultáneamente durante la zona melódica de la secuencia. Ya no es una repetición melismatica. Hace un tiempo la zona es ocupada por la estructura melódica de una canción breve. (Aquella a la que remite el retazo)

Últimamente resuelve en una risa compartida con cierta complicidad.

La clínica musicoterapéutica como el proceso de alojar al paciente en un lugar (espacio y tiempo) de configuración interpersonal. Un dispositivo terapéutico que prioriza el despliegue de la expresividad espontánea, la iniciativa como precursora de la creatividad y futura autonomía.

Un encuentro donde construir sentido en los intercambios expresivos sonoro-corporales proyectados en un proceso (evolutivo) integrado e incluyente.

Un espacio para escuchar y sonar. Conocer y reconocer. Para hacer uso de los materiales y códigos disponibles construyendo temas y variaciones. Convocatoria a expresar-se , crear y re-crear desde las posibilidades y/o intencionalidad de sonar o silenciarse. Un trabajo de enlaces.

Los niños susurran, gritan, hablan, saltan, cantan, lloran y hasta disfrazan su dolor de tantas maneras como recursos vitales poseen. Para nosotros todos, terapeutas, obviamente adultos, esto siempre es un enigma, aún en los casos más parecidos a los ejemplificados en la literatura científica.

Es más, aún pudiendo identificar una entidad patológica, no hay garantías de poseer el remedio, solo tenemos probados recursos terapéuticos que pueden servir.

Estos comentarios y reflexiones también son un ofrecimiento al trabajo interdisciplinario.